martes, 5 de julio de 2011

Arlene

Pibe´s Sports voltea la mirada a los sucesos sobre naturales que azotan a nuestro país, y les regala esta excelente crónica de nuestro amigo Óscar Lugo






Arlene.

La noche era apacible. Las olas suavemente acariciaban las arenas de las costas de Veracruz. Las estrellas parecían flotar sobre las aguas que un día vieron el encuentro de dos mundos.

Pero estaba profetizado desde tiempos inmemorables que una mujer llegaría cada año a recordarnos que la naturaleza es más fuerte que nosotros.

Un frío viento comenzó a arrullar las olas, que poco a poco moldeaban la arena con mayor fuerza. Cuando el amanecer estaba próximo, la tormenta tropical Arlene besó la tierra del compositor Agustín Lara, dejando a su paso destrucción e incertidumbre.

Arlene, tomo fuerza y avanzó durante una semana por los estados del centro del país donde causó fuertes tormentas, nublados permanentes e inundaciones en las ciudades más importantes del oriente mexicano.     

Cuando Arlene ya abrazaba la ciudad de México, los abrigos y las sobrillas se hicieron presentes, dejando la imagen de una tarde londinense. Algunos niños disfrutaron de las gotas atípicas que creaban el ambiente perfecto para una cascarita.

Las horas pasaban, y los vidrios de los autos se empañaban, mientras el ensordecedor sonido de los cláxones se filtraba entre las rejillas del aire acondicionado. Los pequeños proyectiles golpeaban en los toldos. Nada se movía. Solo el nivel del agua que ya tapaba la marca de los neumáticos.

En una sola semana el gobierno federal quedo rebasado. Y miles de damnificados se encargaron de exhibirlo.

El rey de los mexicas, Nezahualcóyotl, probablemente se burlaría de nuestra ineptitud para prevenir y convivir con los movimientos armoniosos de la naturaleza. Los cuales aprendió a dominar con la simple observación y respeto a los tiempos del dios de la lluvia Tlaloc.

El eco de una gran civilización aun retumba entre montes y valles, entre las estaciones del metro y el moderno transito de la vida nacional.

Yo lo escucho y dice: un día la ciudad de México volverá a ser lo que era. Las aguas retornaran a donde pertenecen y desaparecerán las perversiones del hombre moderno. Porque de entre el fango y el lodo, resurgirá la gran Tenochtitlan. 

Óscar Lugo.

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