Por Omar Ortega Jaime
Como si fuera tan fácil decidir como todo buen delantero centro en que equipo
me voy a enrolar, como siempre el mercado invernal pintado de ese espíritu
navideño y la alegría que supuestamente da se ha convertido en una telaraña
mental que otra vez, y como todo, la tiene a ella entre sus redes.
A diferencia de otros años en este mercado invernal yo no tengo seguro
mi futuro, cuando nunca había faltado a quien darle la mano y no era necesario
preocuparse por si alguien quisiera ficharme no había problemas, este tipo de
etapas en el año me pasaban rápido de saber que podía viajar a donde fuera y
descansar con la seguridad de que al volver estaría ahí la misma sonrisa y los
besos de una afición que me entregaría todo como siempre a cambio de mis goles
y gambetas.
Después sin pensarlo llegó aquella que nunca creí se pudiera interesar,
con una serie de sutiles comentarios y rumores, aunque no públicos, me fui
haciendo a la idea de si a esa institución le interesaría, pero no, ¿Cómo crees
que un club tan agradable y elegante a la vista y al que cualquier delantero
centro quisiera llegar se interesaría en ti?, no sé, aunque la pregunta me
pasea por la mente cada vez y me ilusiona y desilusiona en un solo minuto, el
pensar que podría ser yo el que a su lado acabe con su también sequía de goles
que se ha visto manchada por los siempre oportunistas extranjeros que solo
roban ese pedazo de sentimiento y que se van tras haber vestido la camiseta sin
dejar nada a cambio más que la huella y el mal sabor e boca que hoy, tienen a ese
club haciendo público, ahí sí, su deseo por firmar rápidamente a un nuevo
centro delantero.
Pero como siempre es aquí, y como en textos anteriores, donde aparece
ella, esa camiseta que me hizo incluso sin una oferta seria, rechazar el enfundarme
en cualquier otra casaca por la pura ilusión de vestirla algún día, a la que le
sigo mintiendo y fingiendo al negociar cuando mis intenciones realmente son las
de signar el contrato que me ate a sus colores y me pinte de su historia para
ser yo el referente en su ataque y poder volver a jugar no por el interés extra
cancha, no por la portada de un diario, no por la apariencia y el qué dirán, si
no por el puro gusto y alegría de patear la pelota y ser un apasionado como
niño en el llano que sin recompensa alguna se parte el alma en la cancha.
Después de platicarlo con algunos colegas he llegado al punto en que he
pensado que debí decirlo, que debo admitir que siempre he querido jugar para ti,
que no eres si no el motivo que me hace querer seguir jugando y que a la vez me
hace llorar en silencio y por dentro por la frustración de no ser yo la
prioridad de tu directiva en este draft de
transferencias que está por culminar, que daría todo e incluso pagaría yo mismo
por jugar contigo y que he entendido que este juego no se creó para jugarlo de
fines de semana y hacer talacha y cáscaras futboleras los viernes por la
noche con quién se aparezca y se vislumbre por el auto o simplemente busque
también con quién jugar, entendí por que a este juego siempre le entregué la
vida, que por clubes como tu vale la pena enamorarse una vez más de la pelota y
poder ser feliz por el puro hecho de defender los colores a muerte que quieres
y llevas en el corazón, varias ofertas existen en este mercado invernal, y sé
que cualquiera me depara un futuro distinto, algunos tal vez más a largo plazo
que otros, no sé, en el fútbol como en la vida todo puede pasar, y hoy, como
dice la afición solo sé que ¡cada día te
quiero más!.
Texto: Omar Ortega Jaime
Twitter: @elomarortega
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