Once pasos, la portería, la pelota, el manchón y tu,
cuestión de decisión, cuestión de ser valiente y alzar la mano para cobrar la
pena máxima que se convierte en una “Y” de cara al destino tuyo, del club, de
la directiva y de miles y miles de aficionados que podrían llorar o empezar el
sueño de continuar en el certamen paso a paso con la mira puesta en la
coronación.
Un arma de doble filo, una situación totalmente impredecible
y que cual round robin se pinta
cardiaco y en posibilidades amplias tanto de un costado como del otro. Revisar
las posibilidades es absurdo y un tanto burdo cuando te encuentras ya frente a
la esférica y cuando te has postulado para cobrar el tiro al hacer saber que
necesitas expresar algo, no hay margen para pensar y visualizar lo que puede
suceder, ni de reflexionar en la catástrofe que sería errar la pena máxima para
un puñado de hinchas que convertidos en sentimientos llorarían la eliminación y
tendrían que esperar a que llegase el próximo certamen para alentar desde el
tablón, ni de imaginar la cantidad de emociones y vibraciones que en esa misma
tribuna estallarían al ver a la de gajos acariciar la red y escuchar al menos
palabras un tanto alentadoras y de acceso a la disputa por la copa.
Evidentemente no es fácil si quiera pararte frente al
guardameta y mucho menos dar ese paso que te lleva a poner el pié de apoyo para
amagar con marcar las agujetas en la costura y la etiqueta del balón, pero en
cuestión de saber que tu equipo, que tú mismo, ante la mala racha y los
altibajos que esta profesión conlleva, y que tus fanáticos te piden a gritos
que lo hagas de una vez por todas y que salves a la escuadra de la parte baja
de la porcentual, te das cuenta de que no hay opción, te pones de pié, llamas
al técnico a revisar la lista de cobradores y cerca de despedirte completamente
de esa posibilidad al ver que se aleja frente a la entrada de un tren, tomas la
pelota y te diriges al punto situado exactamente a once pasos de la línea de
cal, esa línea que divide la sangre y el dolor, el llanto con los abrazos, la
vida y la muerte.
Nunca eres demasiado experto en nada ni demasiado novato en
algo, como en todo, la vida sigue demostrando que no todos los penales se
cobran de la misma forma, que cada partido es distinto, que siempre habrá una
oportunidad de hacerlo y que errar no constituye un delito ni es motivo de
sacrificio para nadie, en momentos como este en los que un centro delantero se
siente como si hubiera hecho su primer gol, es cuando te das cuenta de que nada
se parece a nadie ni nada se parece en nada a los demás, nunca terminaré de
aprender de las mujeres y de la pelota, y eso, cada vez me queda más claro.
@elomarortega
www.comunicando.com.mx
www.comunicando.com.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario